Esta mañana he querido recordarme cuan feliz he sido. Cuántas horas pensando en la felicidad, observándola como en una vitrina, tan a la mano pero tan inalcanzable. Tantas horas pensando en el significado de la felicidad mientras jugaba con ella como lo haces tú con tu cabello. Me pregunte entonces, qué es la felicidad?, como se es feliz, y de manera más precisa me interrogué sobre las cosas que particularmente considero me hacen feliz.
Descubrí entonces que me hace feliz ir al viejo muelle, derribado, vencido como los malos recuerdos. Me gusta de esa forma el viejo muelle porque amar la belleza es tan fácil. Todos aman lo bello, más se requiere un poco de esfuerzo para encontrar hermosas las ruinas de algo. Me gusta oír mi voz modulando melodías al compás de una guitarra. Me gusta como toca mi compadre esa guitarra. Me gusta la lluvia, porque reviste un cambio casi milagroso en mi calor canicular. Me gusta pensar que la gente es feliz. Que Dios nos regaló la posibilidad de ser felices, aun sin Él. Es como la vida, un regalo sin compromiso. Eso habla de su bondad.
Me gusta un cono de helado, de esos de 2 mil pesos. Me gusta caminar las ciudades. Me gusta sentirme enamorado. Ese sentimiento extrae lo mejor que hay en mí. Me gusta ver sonreír a las mujeres, me gusta verlas caminar con esa delicadeza de la flor al viento. Me gusta ir por la calle y encontrarme casualmente con una linda canción en los lugares menos esperados, como en un bus, como en una esquina.
Amo encontrar belleza donde otros no. Me gusta ser yo, a pesar del mundo, a pesar de todos. Me encanta saber que Dios me permite ser yo. Que Dios desea mi libertad.
Me encanta ver correr a mis perros, que no son conscientes de nada y con muy poco pueden ser felices. Me miran esperando una caricia en las orejas, y cuando se las doy, la disfrutan más que muchas personas su propia vida.
Le doy gracias a Dios por la vida, por la posibilidad de guardar esperanzas en el corazón. Por permitir que aunque sintamos que todo ha acabado, que no se puede hacer nada ya, aun queda todo por hacer. Que Dios no se rinde con nosotros.
Me gusta comprar libros de segunda, porque siento que les doy nuevas oportunidades a objetos que ya han sido condenados a la decadencia del olvido. Me gusta escuchar canciones que ya casi nadie escucha, porque de esa forma le doy vida a lo mejor que pudieron dar muchas otras personas de sí. Me gusta pensar que hay tantas cosas gratis aun. O tan baratas. Como una coca cola bien helada. Me encanta hablar con una mujer que me guste, y sentir que deseo gustarle más. Me gusta sentir que le interesan mis cosas, me gusta que me hable de las suyas. Me encanta saber que a pesar de haber sufrido, de haber perdido, siempre puede venir alguien más. Incluso las mismas personas, pero diferentes, mejores. Todo es posible.
Que las cosas no son buenas o malas, solo son cosas, que somos nosotros quienes las matizamos, y que podemos tomar la decisión de dibujarlas con colores agradables. Que de las malas experiencias podemos extraer cosas positivas. Incluso la muerte es una nueva oportunidad. No podemos perder nada, porque nada es nuestro, ni siquiera la vida.
Me encanta saber que aunque nos encontremos perdidos en nuestros afanes cotidianos; en nuestras preocupaciones, en nuestros sufrimientos, en nuestra auto-conmiseración. Aun así nuestro cuerpo se levantará a cada mañana, así no lo queramos. Me encanta saber que todavía existen buenas personas. Que aun existe mucha nobleza en el mundo. Que aun el existe bien.
Me gusta saber que hay mejores personas que yo, porque eso me permite mantenerme humilde. Me encanta saber que haga lo que haga, y por más alto que llegue, nunca seré más que un ser humano, tan amado por Dios como los otros miles de millones de personas sobre este planeta.
Me encanta saber que todo es pasajero. Que la vida es un viaje muy corto. Me encanta estar consciente de ello, porque de ese modo puedo dimensionar las cosas correctamente. Puedo entender que es mucha la bondad de Dios. Porque El sabe cuán corta es la vida, sin embargo permite que dejemos una huella en la existencia de otras personas, y que solo de nosotros depende que tipo de huella podemos dejar. Porque somos como una piedra arrojada al lago, cuyas ondas en el agua seguirán resonando aunque ya reposemos en el fondo del estanque.
Me encanta el sonido del piano, me encanta saber que se han hecho cosas tan hermosas. Tanta música bella, tantas pinturas perfectas, tanta poesía vital. Dios es un gran artista, no queda la menor duda.
Me encanta pensar en mi futuro, me encanta pensar que algun día seré un buen padre. Que algun día seré un buen esposo. Que mi prioridad será el bienestar de otras personas.
Me parece increíble que exista el perdón. Pues de otra forma nos veríamos obligaos a vivir bajo el yugo del pasado. Porque sería imposible recomenzar.
Doy gracias a Dios por la vida, por la amistad, por el amor. Y por poder compartir esto con las personas que Él ha puesto en mí camino.
He querido iniciar una serie de ensayos en los cuales abarcar de una forma más o menos lógica y ordenada, algunos de los asuntos que me ocupan en el ejercicio de pensar.
He estado reflexionando sobre la facultad que tienen las formas de comunicación humana, de abarcar la realidad tangible presentada al ser humano mediante los sentidos. ¿Acaso todo es abarcable mediante palabras, mediante imágenes o letras? Todo lo inherente al ser humano es comunicable? Hasta donde llegan las posibilidades?
Es imposible el desarrollo de una especie sobre este planeta si carece de posibilidades de comunicación. No es cosa difícil observar todas y cada una de las especies y describir como cada una de ella ha desarrollado de cierta forma un lenguaje o forma de comunicación particular, aptitudes de transferir información a sus iguales y permitir asimismo la preservación de la especie a través de la reproducción, del trabajo en equipo y de los vínculos sociales entre los individuos.
En el caso del ser humano este asunto se hace evidentemente más complejo. Si bien las especies animales tienen formas de comunicación bastante avanzadas, el ser humano ha llevado al limite sus posibilidades de interacción, diseñando bien sea subconsciente o deliberadamente medios increíblemente eficaces de transferir información con los demás individuos de su especie. ¿Para qué sirve la comunicación? Podría atreverme a postular una respuesta bastante tajante. El ser vivo necesita comunicarse para vivir, para hacer viable el ejercicio vital. El ser humano no escapa al postulado.
Retomando el hilo inicial de esta disertación me pregunto si acaso ¿es posible la vida sin comunicación? incluso el proceso de reproducción, es un proceso comunicativo, donde se comparte información a través del contacto genético., del relevo de la información escrita indeleblemente en los códigos genéticos. Después de concluir lo anterior, me surge otra duda.
La comunicación, la transferencia de información (en todas sus posibilidades) es el objetivo. El lenguaje es el canal, es el medio. Pero creo que suscribirnos al lenguaje y a sus variantes como medio por excelencia de comunicación es bastante restrictivo. El mundo entero esta bullendo información. La vida misma es información, he dicho anteriormente que considero que los seres vivos mismos son unas grandes dispositivos de almacenamiento de información, del gran libro de la vida; es como si fuéramos unas memorias usb vivientes.
Ahora, decía que existe un asunto que me inquieta. Todo es comunicable? Es decir la cuestión de la existencia radica en que algún asunto sea comunicable o no?. O el presupuesto de la existencia es la comunicabilidad de la misma?. Si respondemos este asunto, podremos responder este otro.
Solo existe lo que podemos comunicar, o existe algo superior, incomunicable, inabarcable mediante los mecanismos de comunicación que conocemos?.
Existen cosas que pueden no ser abarcables mediante los sentidos? O son los sentidos imprescindibles para inteligir, por ende procesar la información?.
Lo quiero ejemplificar. Digamos que existe una gran autopista entre el punto A y el B. esa gran autopista permite que fluya le trafico de una forma completamente normal. Pero digamos que eliminamos esa autopista,. Que cortamos las posibilidades de llegar de un punto al otro. Ese fenómeno implicaría que no existiera alguno de los puntos sencillamente porque no se pudiera llegar a él?
Pienso que es indefectiblemente necesario para la vida la capacidad de inteligir para existir, y al referirme a inteligir, apunto a la capacidad de procesar la información que nos llega.
Pero pregunto, si realizáramos el ejercicio hipotético de eliminar uno por uno los sentidos, aun así, sería posible comunicarnos? Interactuar entre nosotros? (otra duda, interactuáramos entre nosotros o con el mundo, con la realidad y los otros solo hacen parte de una entidad superior?) Sería posible para el ser humano como ente vivo más exitoso, como especie suprema sobre este planeta poder interactuar sin los sentidos?
Entiendo los sentidos como los ojos del cerebro (valga la redundancia del ejemplo) pero sería posible entablar a través de un canal de entrada de información diferente?
Los sentidos nos ofrecen de la realidad, una representación, una idea de la misma. El percibir no crea, el percibir informa de lo existente. Pero sería posible acudir a la esencia misma de lo existente, sin canales de por medio, sin representaciones, sin abstracciones de la realidad, suprimiendo la palabra como medio de inteligir? Podríamos poner una sonda y transferir directamente la realidad a nuestro cerebro que es el centro de nuestro universo comprehensible , sin canales de aproximación?. Sin medios tan engañosos?
Podemos insertar la realidad sin representarla, o es acaso imprescindible la abstracción de la realidad para digerirla mediante la razón? Es necesario masticar antes de tragar, y así mismo es necesario digerir para asimilar los nutrientes. (Incluso el proceso digestivo es un medio de comunicación entre el individuo y su entorno, los nutrientes al fin y al cabo son cosas, son información).