jueves, 10 de junio de 2010

Sideral ( Poema en prosa por: Ambrose D'argé)




SIDERAL 

Cada seis mil años se da lugar en el cielo un espectáculo de proporciones universales.  Por alguna extraña razón, todos los planetas que conforman nuestra galaxia se alinean  perfectamente entre sí produciendo una poderosa estela de luz, apreciable solamente desde nuestro remoto planeta. Es una luz tan poderosa que es preciso observarla con cuidado, no sea que el fulgor pueda oscurecernos para siempre la mirada.
Un día llegué, o ella llegó, no lo recuerdo. Pero fue una colisión de galaxias. Lo que sí logro recordar es que aquella primera vez que la vi, supe inmediatamente que sería mía. Supe en ese momento que ella había llegado para quedarse, y entonces ocurrió. No supe como acercarme, el destello encandiló mi mirada. Ella es su propio sol. Es un nuevo sol sobre este universo. 

Ocurre en la vía láctea, cada seis mil años, que un hombre llega a amar tanto a una mujer, que sin saberlo logra desatar en el cielo el mas grande espectáculo del universo, alineando por completo todos los planetas del sistema, y consumando en esa maravillosa pirotecnia, el evento sideral de un amor. 

Lo supe enseguida. Lo supe desde el primer momento. Desde aquel instante, primitivo y ancestral en que las miradas se cruzaron como espadas en el fragor de la batalla. No hubo preámbulos. No hubo tiempo para ello. Tú me esperabas sin saberlo. Me deseabas como el agua a la sed, para ser devorada, pero no como devora una fiera a su presa, sino como devora el fuego a la madera, así de lenta y deliciosamente.  Entonces te invité a bailar y tú temías. Temías los susurros desde la oscuridad. Desde ese rincón sombrío de la sala de baile, de donde refulgían amenazantes los ojos brillantes de los animales de presa, de los implacables carroñeros.
Y ahí estabas, tratando de entenderte, tratando de abarcarte en tu voz, como si acaso pudieran tanto las palabras. Allí estabas como un faro que oculta el atardecer, que se ve rodeado de esa sustancia naranja que es una puesta de sol. Entonces te vi, o te escuché que para mí es lo mismo, igual de perfecto, de sobrenatural.



Para una mujer, que es una gema.


D'argé. 2010

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